Injusticias de género en los territorios de América Latina y Argentina
Según ONU es en las ciudades donde se ha registrado el 90% de los casos de Covid-19. Se avizora entonces, la necesidad de un cambio de paradigma, aumenta una conciencia colectiva que cuestiona la depredación de la naturaleza, de los bienes comunes, y de las personas, en particular las mujeres y sus cuerpos, avasallados, violentados, subordinados. Es posible que esta crisis abra una oportunidad de reflexión sobre los patrones hegemónicos de la sociedad neoliberal y patriarcal, en un mundo, propio el latinoamericano, de desigualdades obscenas, de omisiones que discriminan, de mayor concentración de riqueza en manos de pocos.
Lo dicho, particularmente en América Latina, región que se presenta, por un lado, como la más urbanizada del mundo, con un 81% de su población viviendo en ciudades, es tambien la más desigual, donde el 10% más rico concentra mayores riquezas que en cualquier otra región (37%), y el 40% más pobre de la población recibe sólo un 13% según PNUD. Así, las ciudades latinoamericanas conjugan el más alto desarrollo urbano con las mayores pobrezas, en las cuales se expresan las voces sociales de las resistencias, en particular las de las mujeres que encuentran en “la ciudad un espacio donde los sin poder pueden hacer historia”, como apuntó Saskia Sassen en su texto El Espacio Urbano como Capacidad, en 2017.
El pensamiento feminista, plural y diverso, interpela los modos tradicionales de configuración de nuestras sociedades, y contribuyó con temas centrales para el análisis del derecho a la ciudad para las mujeres; tales como: la relación de lo público y privado, la división sexual del trabajo y las tareas del cuidado, el uso asimétrico del tiempo por varones y mujeres, las injusticias espaciales, y crítico: el derecho de las mujeres a una vida sin violencia tanto en los ámbitos privados como públicos. Mucho se avanzó, sin embargo, hay millones de mujeres en nuestra América latina y en el mundo que no conocen bien sus derechos ni saben cómo reclamarlos.
Persiste la vulneración de derechos a las mujeres, con impactos diferenciados según las intersecciones situadas y condiciones, raciales, étnicas, de migrantes, precarizadas, o de la población LGTBIQ+, entre muchas más. No es lo mismo transitar esta pandemia en la ciudad con cuerpo de mujer que de hombre, la convivencia en la ciudad se vincula con sus experiencias en los espacios en que les toca vivir y actuar.
De los territorios y las injusticias de género
Desde el Grupo de Trabajo Mujeres, Género y Diversidades de la Plataforma Global por el Derecho a la Ciudad, venimos contribuyendo en colocar a la mujeres en el centro de la agenda. Bajo lo expresado hasta aquí, la serie de injusticias que viven las mujeres se verifican en los distintos tipos de territorios que habitan, a saber: 1) El territorio cuerpo, el primer territorio del cual apropiarse, sobre el cual decidir (reproduccion, identidades y subjetividades), un territorio en permanente disputa por el patriarcado, las iglesias, los fudamentalistas. 2) El territorio casa: las condiciones de vivienda tienen un impacto sustancial en la vida y salud de las personas, mediando la relación entre lo individual y lo colectivo. Es en estas viviendas, financiarizadas, precarias, donde se sigue sosteniendo la reproducción de la vida. 3) El territorio barrio, allí donde las vecinas cuanto más pobres mas atentas y solidarias, tejiendo redes de cuidado, gestionando los comedores populares que se han multiplicado en tiempos de pandemia, la higiene y la alimentación en la escasez, cuidando a otras personas, tal el caso de la muerte de Ramona Medina el 17 de mayo 2020, líder en villa 31 en Buenos Aires (Argentina), que atendía el comedor popular y reclamaba insumos de higiene y alimentación. 4) Y el territorio ciudad, en el cual, quizás como nunca antes, se verificó la vinculación de salud y territorio, al mostrar sus más trágicos efectos allí donde hacemos parte de las tramas urbanas de desigualdades impúdicas, en donde una mayoría de mujeres integra el personal sanitario (se estima en el 70%), la atención en supermercados, farmacias, el personal de limpieza, de servicios, todas ellas las mas expuestas.
Cada una de estas escalas con sus propias complejidades, no aludiendo estos territorios a categorías estáticas y escindidas entre sí, sino a una relación de interdependencia, a la vez atravesadas por una multiplicidad de intersecciones en las múltiples identidades definidas de sexualidad o racialidad, de edad, discapacidad, y tipo de familias, entre otras.
Los temas críticos para el derecho de las mujeres a la ciudad
A su vez, la agenda feminista reconoce al menos tres temas críticos que la pandemia agudizó los que se vinculan intrínsecamente al Derecho de las Mujeres a la Ciudad, el primero refiere a las violencias que persisten y se complejizan, las violencias puertas adentro y puertas afuera, las del acoso y el feminicidio, las de la decisión sobre los cuerpos. La segunda, que la pandemia evidenció: el cuidado a distintas escalas; y no menor, la restricción a la autonomía económica de las mujeres dadas las condiciones frágiles de sus economías, afectadas de manera aguda por la pandemia.
De las violencias: Lo significativo, creciente y persistente del conjunto de injusticias que conjugan patriarcado y capitalismo, que adquiere un nivel crítico en nuestros contextos latinoamericanos, lo constituyen las violencias contra las mujeres, y el feminicidio como su forma más extrema. Estas violencias que se expresan en un continuum en los diversos territorios privados y públicos habitados por las mujeres. Las violencias que en la epidemia se han puesto en mayor evidencia, en particular en los cuerpos racializados, empobrecidos, discriminados, que buscan disciplinarlos y “ordenar” el curso de la vida de las mujeres para debiliar sus resistencias. Décadas de neoliberalismo, de autoritarismos, de iglesias convirtiéndose en partidos políticos, centradas en demonizar los avances y derechos ganados por el feminismo.
Las mujeres están encerradas con sus maltratadores, en el ejercicio de apropiación y control de sus cuerpos, no sólo los femeninos (también los cuerpos atrevidos, disidentes, devaluados). Es escalofriante reconocer el número de mujeres asesinadas. En Argentina, según los datos de MUMALA, desde el 1 de enero al 30 de junio 2020, hubo un femicidio cada 29 horas – 143 asesinatos de mujeres en los primeros seis meses del año, de los cuales 80 femicidios se corresponden en el contexto de la pandemia de Covid-19. En el primer trimestre del 2021, se denuncian el doble de asesinatos de mujeres que en el 2020.
Las violencias asumen distintas formas, y una decisiva en el marco de la pandemia es quebrar la voluntad de decisión sobre el propio cuerpo (la reproducción, la opción o identidad sexual). UNFPA, el Fondo de Población de ONU, en estudio realizado junto a Avenir Health, la Universidad Johns Hopkins de EEUU y la Universidad de Victoria de Australia, revela un aumento del 20% de casos de violencia en encierro, y señala como grave la dificultad de acceso a anticonceptivos, lo que llevará a millones de embarazos no deseados, con un catastrófico impacto en la vida de las mujeres a nivel mundial.
De los cuidados: El segundo tema critico, agudizado en la pandemia, que las mujeres vienen demandando y, en consonancia, los gobiernos comienzan a reconocer, es el cuidado. Las mujeres son las cuidadoras de la humanidad, en el hogar no sólo de la reproduccion de la vida, sino tambien de la escolaridad. Las mujeres repiten “estoy desbordada”, según consulta impulsada por la Facultad de Ciencias Sociales de la UNC. Hay avances, el gobierno de Argentina esta promoviendo “Mesas Inter ministeriales del Cuidado”, el Gobierno de la Alcaldía Mayor de Bogotá propone las “manzanas del cuidado integral”. Las pioneras en instalar el valor invisibilizado del trabajo reproductivo y de poner en valor los cuidados, fueron las uruguayas Rosario Aguirre Cuns y Karina Battyány, evidenciando que el bien más escaso en la vida de las mujeres es el tiempo. El cuidado como derecho, y el derecho a ser cuidadas. Desde Ciudades Feministas, CISCSA propone trabajar en las infraestructuras y servicios de cuidado en el territorio como instrumentos de redistribución.
De la autonomía económica: En tercer lugar, y como ya dicho no menor, la economía en clave de género. Si bien “las mujeres no somos todas iguales, algunas somos más iguales que otras y las mujeres jóvenes, las indígenas, las desplazadas, las migrantes, las afro descendientes, organizadas o no, han quedado fuera de la toma de decisiones públicas que afectan sus vidas” (Declaración Redes Feministas de A. Latina. CEPAL, México 2004); y mayoritariamente desocupadas o en el mercado informal. Por ello en tiempos de pandemia son quienes sufren aún más el impacto de la crisis, asi como lo harán en la post pandemia.
¿Qué hacer?
Contamos con una consistente producción del conocimiento, herramientas y capacidades para incidir en la calidad de la vida urbana para las mujeres. Entre estas, dos herramientas: por un lado el abordaje conceptual acerca de las “ciudades feministas”, y por el otro una propuesta metodológica: “el mapa de las mujeres en la ciudad”.
El abordaje de Ciudades Feministas propone: colocar la desigualdad en el centro de la agenda, incorporar en la desigualdad los sujetos omitidos: las mujeres y la población LGTBIQ+, rompiendo con la neutralidad de los diagnósticos y políticas. Poner en valor la vida cotidiana, central el atributo de la proximidad de servicios, equipamientos, infraestructuras en el sentido pionero de Jane Jacobs, en The Death and Life of Great American Cities (1961). Poner en valor la voz de las Mujeres en el territorio, potenciar sus participaciones. Incorporar el cuidado ambiental, a la vez que el espacio público como el lugar del encuentro entre diferentes. La no violencia ya sea puertas adentro o puertas afuera. Reconstruir el tejido social, los vínculos, lo comunitario, dotando a la escala del barrio de la significación urbana para la calidad de la vida cotidiana. Desalentar la gentrificación, las expulsiones, promoviendo las inversiones en función de lo público y colectivo. Las economías pensadas para la sostenibilidad de la vida, que reconozcan el aporte invisibilizado que las mujeres realizan a través del cuidado. El cuidado puesto en valor, el cuidado como derecho.
Por otro lado y para poder implementar la propuesta teórica y política de Ciudades Feministas, la herramienta del “Mapa de las Mujeres”, en nuestro “Guía para la planificación estratégica local con enfoque de género”, como manera de conocer quienes son, dónde están y que tienen y que no tienen las mujeres. Esta formulación innovadora propone desarrollar una línea de base de información relevante necesarias para la planificación que incorpore el género. Así dar cuenta de las mujeres como sujetos sociales por si mismas en las políticas y no diluidas en el concepto de familia. El derecho a la ciudad de las mujeres es un derecho político, que pone en evidencia conflictos de poder e interpela a la cultura misógina, patriarcal, androcéntrica y racista.
Ana Falú, prof emérita e investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Directora de la Maestría en Gestión y Desarrollo Habitacional de la UNC. Ex-Directora del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) (hoy ONU Mujeres) para la Región Andina, el Brasil y el Cono Sur. Co-fundadora de la Red Mujer y Hábitat de América Latina, de la Articulación Feminista Mercosur (AFM) y del Centro de Intercambio y Servicios para el Cono Sur Argentina (CISCSA), Ciudades Feministas, ONG que dirige. [email protected]